lunes, 25 de noviembre de 2013

Pistas para creer en Dios (IV): la inteligencia humana y el alma

¿Qué es la inteligencia humana? Se suele decir que los perros y los delfines son inteligentes... Unas gallinas debidamente adiestradas picarán en el botón adecuado para conseguir comida. ¿Es eso inteligencia?

Cuando se habla de la inteligencia humana, se le suele añadir inteligencia simbólica; podemos reconocer símbolos, como una bandera, y asociarles valores abstractos (p.e. nuestra historia y valores).

Podemos descubrir las causas, inferir los porqués. Podemos abstraer conceptos; sabemos lo que significa la palabra justicia, somos capaces de imaginar un mundo en el que impere esa justicia, aunque jamás hayamos tenido esa experiencia. Podemos imaginar un mundo en el que reine la verdad, el bien y la belleza. Aún más; podemos pensar qué estrategias, qué cadenas de causas y efectos podríamos idear para que el mundo de nuestra experiencia se parezca cada vez más al que considerásemos ideal.

Podemos evaluar las probabilidades de éxito de esas estrategias, seguir su progreso, estimar su equilibrio coste-beneficio y determinar qué estaríamos dispuestos a sacrificar por lograr nuestros anhelos. Cada minuto de nuestra vida hacemos este tipo de juicios de valor. Pues bien, eso es la inteligencia.

Ningún animal es capaz de algo semejante, aunque algunos simios tienen un cerebro que es el 20% del humano, en términos relativos. No es una cuestión de grado; es una diferencia cualitativa. Los animales no pueden imaginar una experiencia que no hayan tenido. Cuando aprenden, solo anticipan una relación causa-efecto que han vivido antes en muchas ocasiones. Los chimpancés nunca urdirán un plan para hacerse con el poder del circo. En cambio, la historia de la humanidad es la historia de la concatenación de planes para conseguir objetivos que, equivocada o acertadamente, consideramos que harán el mundo mejor, al menos para nosotros. Es esta capacidad la que nos hace libres y, por eso mismo, responsables. Eso es la inteligencia.

Esto es exclusivo del ser humano. Nuestro cuerpo se ha formado a través de la evolución; nuestra inteligencia no.

El Homo Habilis adquirió la capacidad para la elaboración de instrumentos de piedra. Pero esta habilidad no era producto de la inteligencia, sino puramente instintiva, basada en los genes, como puede ser la asombrosa capacidad de las abejas para construir panales con celdas de forma hexagonal -la forma más ahorrativa de hacer celdas-. Una habilidad instintiva se distingue de una de la inteligencia por su velocidad de cambio. Las habilidades instintivas no cambian más que cuando cambia la genética de la especie. Las de la inteligencia, en cambio, lo ha¬cen a una velocidad mucho mayor que la de la evolución de la especie, pues nacen del ingenio de cada individuo y se propagan de unos individuos a otros.

El Australopitecus dio paso al género Homo. El Homo Erectus pasó a caminar erguido. El Homo Sapiens apareció hace 300.000 años, y era anatómicamente como nosotros pero los signos de inteligencia simbólica aparecen hace 50.000 años.

Hay tres rasgos que evidencian la inteligencia simbólica; los enterramientos rituales, la producción de objetos «inútiles» y el arte.

Los enterramientos rituales se distinguen de los otros por la postura de los cadáveres, por los objetos que pudiesen ser de utilidad para el difunto en otra vida, y objetos que no tienen una utilidad práctica: adornos, pendientes, brazaletes; aparecen diferencias entre la suntuosidad de unos enterramientos y otros, lo que evidencia una organización social. Por último, apareció el arte, en forma de pintura, escultura y música (huesos tallados a modo de flautas).

Si la inteligencia fuese un fenómeno únicamente físico, fruto de la evolución y del tamaño del cerebro, cabría esperar que el hombre tuviese muchos más genes que cualquier otra especie, para codificar genéticamente esa gran capacidad del cerebro. Pues no es así; sólo tenemos unos 31.000, sólo unos 300 más que un ratón.

¿Qué es más sencillo de creer: la acción guiada del Diseñador, o múltiples cambios genéticos combinados al azar con adaptaciones evolutivas?

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