martes, 11 de febrero de 2014

Si Dios es un padre bueno y todopoderoso, ¿cómo es que hay inocentes que sufren?


Hay males físicos y males morales. Los males físicos obedecen a leyes naturales: catástrofes naturales, terremotos, tsunamis, las enfermedades y discapacidades, etc.

Dios no ha querido crear un mundo perfecto, sino que ha querido contar con nuestra colaboración para ir mejorándolo: ir venciendo las enfermedades, la incultura, las desigualdades, la violencia, la explotación de los débiles, etc. Ha querido asociarnos a su obra creadora.

Hay también males morales. Dios nos ha dejado libres, pues sólo el que es libre puede amar; pero también la libertad hace posible la existencia del mal. Dios respeta la libertad del hombre, y sus consecuencias.

El causante del mal moral es el hombre, cuya naturaleza está herida por el pecado. No es cierto que la persona sea naturalmente buena. A veces obramos mal –deliberadamente o no- y causamos un daño a otros. Es el “mal directo”.

El mal está causado por los malos comportamientos de hombres libres. Algunas malas conductas están tan arraigadas y generalizadas en una sociedad que los más débiles padecen por la suma de malas conductas; por ejemplo, sufren el paro, la guerra, el hambre, la ignorancia, la explotación de los niños o de la mujer. Podríamos llamarlo el “mal indirecto” o social.


¿Del sufrimiento puede derivarse un bien?

Del sufrimiento puede derivarse un bien: p.e. aprender que no podemos poner nuestra esperanza en la salud, que las cosas materiales son pasajeras, etc.

Dios no quiere el mal, pero éste no escapa a la providencia divina que lo conoce y lo rige. Orienta el mal a un bien mayor, aunque no siempre podamos señalar cuál sea ese bien. Ha preferido sacar bienes de los males, a no permitir la existencia de males en absoluto.

Es fácil entender que Dios puede permitir que un hombre malo padezca una pena, porque quizá el sufrimiento le haga reconsiderar su actitud y se arrepienta, y se subsane el desorden producido. Y aunque no se corrija, el castigo de la violación consciente de la ley de Dios, restituye la justicia. De manera que el sufrimiento del culpable puede tener un efecto educativo; y en cualquier caso, repara una injusticia.

En otros casos, el mal puede ser preventivo. En realidad, es un mal sólo aparente; por ejemplo:
- perder un trabajo puede evitar la corrupción en que se iba a caer, quizá abre nuevas posibilidades, etc.
- uno sufre un atropello injusto, o una enfermedad, pero su convalecencia sirve para unir su familia, o le sirve a él para reorientar su vida, etc.
- algunas personas reaccionan bien –por contraste- ante situaciones injustas, crueles, y se unen más a Dios y a los demás.

A veces se tarda tiempo en descubrir que un mal que yo padecí, en realidad fue muy relativo, y tal vez me vino bien.


¿Dios permite el sufrimiento de los inocentes?

Dios no quiere el sufrimiento de los inocentes; si lo permite será porque otros bienes mayores se pueden derivar de su sufrimiento. El niño inocente, aunque no haya pecado personalmente, está implicado –con Jesucristo- en la expiación del pecado original del hombre, y de todos los cometidos a través de la historia.

Jesucristo puede unir a su sacrificio a los niños inocentes que sufren y mueren, y premiarles con la vida eterna que supera infinitamente el sufrimiento en este mundo; es decir, puede unirles a su sufrimiento salvador.

Es decir, Dios puede permitir el sufrimiento de los inocentes:
  • porque de ese mal saca algún bien, sea en ellos, o sea en otras;
  • porque padecen un dolor temporal, que es muy pequeño en comparación con la felicidad de la gloria eterna;
  • porque les asocia a su Hijo Jesucristo, que siendo inocente quiso sufrir en la cruz, y con su sufrimiento repara todas las culpas; Dios no “consume vidas de hijos”, no es Saturno devorando a sus hijos, no se “alimenta” del dolor ajeno, sino que nos asocia a Sí mismo;
  • Jesucristo ha vencido a la muerte, que ya no es la destrucción total; el niño que muere de hambre no muere definitivamente, ni mucho menos.
En cualquier caso, es cierto que el sufrimiento de los inocentes sólo adquiere sentido si se cree en la vida eterna y en la justicia perfecta que allí se realizará. En este mundo no hay justicia completa.

En la Cruz, Jesucristo demostró que está siempre junto a los que sufren, y que Él mismo aceptó el sufrimiento. Podía haber esquivado la cruz, pero no lo hizo. Cristo crucificado es la prueba de la solidaridad de Dios con el que sufre.


No es lógico cuestionar la existencia de Dios porque exista el sufrimiento

Algunos increyentes objetan: ¿No debería un Dios bueno y omnipotente haber creado un mundo exento de mal? Si no podía, le falta poder. Si no lo ha querido, le falta bondad.

Se entiende que los increyentes duden de que Dios sea padre bueno y todopoderoso. Pero no es razonable negar una realidad compleja (la existencia de Dios) porque yo no logro entenderla: “Dios es cruel, luego Dios no existe”. Es como decir: ese hombre no me quiere, o no me gusta, luego no existe.

Negar la existencia de Dios porque existe el mal es actuar como un enfermo que muriese entre sufrimientos, negándose a tomar una medicina porque no comprende cómo esa medicina tan sencilla (la salvación de Cristo) puede curarle.

Parece más razonable intentar entender porqué actúa así Dios. Dios no permitiría el mal si no fuese a sacar un bien mayor.

La explicación cristiana del mal puede parecer difícil, pero las demás explicaciones (negar a Dios o presentar la vida como un absurdo, el hombre es un ser hecho para la aniquilación) nos encierran en un sinsentido aún más duro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario