martes, 7 de enero de 2014

¿Porqué decir la verdad nos libera de nuestras culpas? La conciencia y la ley de la naturaleza humana

¿Porqué decir la verdad nos libera de nuestras culpas? Porque todos los seres humanos tenemos conciencia; es decir, tenemos una impresión innata acerca de si un acto está bien o mal. Es una voz interior, personalísima, que debemos seguir siempre; es la única manera de actuar con rectitud.

La conciencia emite juicios sobre la moralidad de los actos concretos, y la tiene todo el mundo, aunque no haya sido educado moralmente.

Ahora bien, para emitir un juicio es preciso tener un criterio para discernir, o una medida para medir.

Las valoraciones son posibles si hay un criterio, o un patrón, o una medida:

-    Hacemos estimaciones físicas: por ejemplo, ¿cuánto mide esta vara? ¿Cuánto pesa una persona? ¿Cuántos años tiene? Tenemos la idea de metro, kilo, año.

-    También hacemos valoraciones de calidad: son menos objetivas, pero también comunes: ¿Quién es la más divertida contando chistes? ¿Quién es la más lista? ¿Quién es la más guapa? Responderíamos: Pues eso depende… no hay un tipo único de simpatía, inteligencia o belleza. Pero si hacemos una votación secreta, o un concurso, se descubre que hay bastante acuerdo entre todas.

Del mismo modo, hacemos valoraciones éticas: el criterio para decir si un acto es bueno es la ley de la naturaleza humana, lo que le hace feliz a la persona y lo que no. El autor de esa ley es Dios, que nos ha creado; es la lógica interna del hombre, su verdad.

Por eso se dice que la conciencia es el sagrario de la persona, allí donde Dios se hace presente en la persona. La conciencia descubre esa ley que nos viene dada, no la crea.

En resumen, la conciencia es como la vista:
-    es crucial para cada uno;
-    debe seguirse siempre; de lo contrario, te sales de la carretera;
-    pero puede equivocarse (por un efecto óptico), o necesitar corrección (gafas);
-    y sobre todo, sólo vemos si hay luz… (la luz es la ley de la naturaleza humana).


El pensamiento no cristiano desvincula la conciencia de la verdad de la persona, de su naturaleza. Afirma que la conciencia es autónoma, no ligada a la verdad, y cada uno crea su propia conciencia.

Ya que es imposible –dicen- que la ley moral defina todos los supuestos, ya que las personas y sus actos son personales, la ley sólo puede ser una orientación, no un criterio objetivo vinculante.

Para ellos, la conciencia es creativa, decide por sí misma si el acto es bueno, según quién actúe, las circunstancias, etc.

¿Qué evidencia tenemos de que existe la ley de la naturaleza humana?

Todos tenemos la experiencia de escuchar discusiones, como por ejemplo:

1.    ¿Qué te parecería si alguien te hiciera a ti algo así?
2.    Ese es mi asiento; yo llegué primero
3.    Déjale en paz; no te está haciendo ningún daño
4.    ¿Por qué vas a colarte antes que yo?
5.    Dame un trozo de tu naranja, que yo te di un trozo de la mía
6.    Vamos, lo prometiste.

Esas frases expresan valores que están en la conciencia, que señalo correlativamente:

1.    Tratar a otros como te gustaría ser tratado
2.    Sentido de la propiedad (asiento)
3.    No agredir al inocente
4.    La igualdad entre todos
5.    Correspondencia y equivalencia entre los favores
6.    Cumplir las promesas

Por su parte, el otro miembro de la conversación, el que ha actuado mal…

-    se escuda en alguna circunstancia que le da la razón o en alguna excusa, pero no dice “vete al diablo con tu modelo”;
-    los dos tienen en la cabeza un modelo, unas reglas del juego limpio, de la decencia, etc. Si no lo tuvieran, pelearían por lo que quieren, pero no discutirían sobre quién tiene razón; sencillamente, usarían la fuerza (sea fuerza física, o verbal, o de coacción mediante lobby, etc).

El arrepentimiento que sentimos después de un acto malo, ¿no será fruto de la educación?

Es cierto que hay diferencias entre las culturas y los modos de educar, pero hay más de común que de distinto entre las culturas.

Una moralidad verdaderamente diferente sería aquella en la que:

1.    se admirase al que huye en la batalla, o que un hombre se sintiera orgulloso de traicionar a quien ha sido generosa con él.

2.    se admirase más el egoísmo que la generosidad:     Los hombres han disentido sobre con quiénes hay que ser generoso –sólo con la propia familia, o con los compatriotas, o incluso con todo el mun¬do-. Pero el egoísmo de querer todo para mí, nunca ha sido admirado.

3.    Las culturas han disentido sobre si se deberían tener una o varias esposas. Pero siempre han estado de acuerdo en que no se debe tomar la del prójimo, ni la primera que se desee.

4.    Incluso quienes niegan que exista la naturaleza humana, se quejan si no les das lo que les habías prometido, o no se respetan las reglas con las que él gana, o lo que han ganado con su esfuerzo; dicen “no es justo”.

5.    Si un país quiere agredir a otro, puede argumentar que el tratado que quiere violar era injusto; pero si no creyese en la justicia, ¿para qué dar argumentos y explicaciones?

6.    Si no existe la ley, ¿porqué necesitas excusarte o justificarte, o dar razón de tu conducta?

7.    En consecuencia, hay bien y mal, y se puede llegar a conocer entre todos.

¿No estamos hablando de algo sólo instintivo?

Algunos sostienen que en realidad la persona no es libre, y por tanto no tiene responsabilidad moral. Lo que nos mueve son los impulsos, los instintos, como el amor maternal, o el patriotismo, o el amor por un chico y la atracción sexual, o el instinto de ayudar a alguien.

Sin embargo, no es lo mismo sentir un deseo innato de ayudar a alguien, que saber que debo ayudar a quien lo necesita, me apetezca o no.

Si oigo que alguien pide auxilio, siento dos instintos contradictorios: el de ayudar, y el de mi propia conservación (no meterme en líos). Entonces, entra en juego un tercer impulso, que decide entre los dos anteriores: vencer el miedo y arriesgarme, o lo contrario.
El tercer impulso que dirime la situación, no puede estar al mismo nivel de los dos primeros instintos contradictorios. Es de una naturaleza superior.

¿La ley de la naturaleza humana no será sólo una convención social?

Aunque la ley y la conciencia están innatamente en nosotros, podemos educarlas, formarlas. No todo lo aprendido es una convención humana; aprendemos convenciones (p.e. la ley de la circulación) y también aprendemos verdades (p.e. que 12 y 13 son 25).

La ley de la naturaleza humana no es una convención, sino una verdad. Es común a la mayoría de los hombres y las culturas. Y las pequeñas diferencia entre culturas hacen que unas sean mejores que otras, más justas.

Unas culturas se acercan más a lo que todos consideramos justo o bueno. De lo contrario, la moral cristiana y la nazi, la salvaje o la democrática, serían igualmente válidas.

Conciencia, libertad autónoma y madurez

La madurez y responsabilidad no se demuestra por la “liberación de la conciencia”, o la autonomía de la conciencia”, sino por su acierto con la verdad.
•    El que acierta con el bien, se libera cada vez más.
•    El que yerra, se va haciendo esclavo (el alumno vago que no baja a clase, el esposo infiel pierdes su familia, el drogadicto pierde su libertad)

La madurez consiste en la estabilidad de ánimo, en la capacidad de tomar las propias decisiones, y en el juicio recto sobre los acontecimientos y las personas.

Cuanto más conocimiento ético, más libre se es. En cambio, la ignorancia es una forma de esclavitud. Por ejemplo, a la hora de votar, ¿quién es más libre para votar, quien tiene información o quien no? Al drogarse, ¿quién es más libre, quien conoce las consecuencias o quien no? Ante un posible aborto, ¿quién es más libre, quien sabe en qué consiste o quien no, la chica que es llevada por sus padres a la clínica o quien decide ella?

Formación de la conciencia

De manera innata, tenemos los primeros principios morales (por ejemplo, haz el bien y evita el mal, el decálogo, etc.). Además, la conciencia se va formando con las experiencias propias y ajenas, con el estudio de la ciencia moral, por ejemplo, de la justicia social o de la bioética, etc.

Aunque no la conciencia no crea las normas, sí es creativa en la búsqueda, en indagar las razones de porqué algo es malo, etc.

La conciencia se puede equivocar,
a) porque la inteligencia es falible (al apreciar mal las circunstancias del caso), y
b) por el influjo de las pasiones y la voluntad: “si no vivimos como pensamos, terminamos pensando como vivimos”.

La conciencia se forma (no se crea) mediante la educación, mediante los consejos de personas prudentes, cuidando las lecturas, etc. El gusto por el bien se cultiva, igual que se cultiva la buena educación, o el gusto estético o artístico.

La educación preserva o sana del miedo, del egoísmo y del orgullo, enseña a amar, a superar la comodidad o el capricho.

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